Los vehículos eléctricos prometen revolucionar el transporte personal.
Reseado el 14/03/17 por prospectiva
The Wall Street Journal 18/01/2017- Por Cristopher Mims – Colaboración Adolfo Ruiz.
Los vehículos eléctricos prometen revolucionar el transporte personal.
The Wall Street Journal, por Cristopher Mims, enero 18, 2017
Si digo “vehículo eléctrico personal”, probablemente pensará en una patineta Segway y no en una “revolución del transporte global”. Sin embargo, en los últimos años, con la convergencia de una mejor tecnología en materia de baterías, de materiales más livianos y pequeños, y de motores eléctricos más potentes, han surgido tipos de transporte completamente nuevos. El sistema de propulsión eléctrico, a diferencia del motor de combustión interna, tiene una gran capacidad de escala, con potencia para impulsar desde una patineta de 5 kilos hasta un bus de 20 toneladas.
Esta explosión de nuevos vehículos posibilita dos revoluciones: la tecnología de la conducción autónoma, y la transición desde la propiedad de vehículos hacia el transporte como un servicio. Juntas, estas dos fuerzas tienen el potencial de transformar el estilo de vida de la gente, tanto como lo hizo el Model T de Ford Motor Co. un siglo atrás. A medida que la conveniencia y la seguridad de los servicios de taxi autónomos atraigan cada vez en la población, la naturaleza de la optimización de la red lleva a que probablemente tenga sentido -para Uber, Lyft y otras empresas similares- atender a nuestras necesidades mediante diferentes tipos de vehículos, desde unipersonales hasta un bus para ir a una fiesta. También podría significar que su garaje servirá no sólo para guardar el auto.
Esta ha sido la promesa de los vehículos eléctricos, desde el EV1 de General Motors o el modelo eléctrico RAV4, original de Toyota Motor. Puede que la transformación no suceda tampoco esta vez, ya que aún existen enormes problemas por resolver, tanto en cuestiones de infraestructura como en la tecnología de las baterías. No obstante, los fabricantes de vehículos eléctricos ya están superando grandes obstáculos. Entre otras cosas, la rápida expansión del mercado ha generado una mayor demanda de partes, lo que a su vez las ha abaratado y vuelto más accesibles, de forma similar a lo que ocurrió con los teléfonos móviles.
Esas tendencias quedaron en evidencia en la Feria de Electrónica de Consumo, de Las Vegas, de este año. La avalancha de vehículos personales incluía modelos más ligeros y potentes. Estos, como las patinetas, constituyen lo que los planificadores urbanos denominan transporte del “último kilómetro”; pueden llevarse en medios de transporte masivo y son particularmente útiles para distancias cortas en ciudades densas. Con la combinación de motores avanzados, velocidades de hasta 30 kilómetros por hora y facilidad de uso incluso para los principiantes, pueden eliminar los desafíos que presentaban sus predecesores manuales.
La movilidad, tanto como la diversión, es la razón por la que la patineta eléctrica Swagtron Swagger está hecha de fibra de carbono y pesa apenas 7,7 kilos, pero tiene una autonomía de 24 kilómetros y una velocidad máxima de 24 km/h, según un vocero de la empresa. Con un precio de u$s 400 (en Estados Unidos), cuesta lo mismo que una bicicleta decente y no le exigirá ni una gota de sudor.
También existen vehículos más grandes como el scooter eléctrico GenZe 2.0, de Mahindra Group, que tiene una batería extraíble y recargable, y el Gogoro Smartscooter, que puede acelerar de 0 a 50 km/h en 4,2 segundos y ofrece una velocidad máxima de 95 km/h. El Arcimoto SRK, un vehículo techado de tres ruedas, saldrá al mercado en los próximos meses a un precio de u$s 11.900 y buscará atraer a los que necesitan un segundo auto. El prototipo i-Road de Toyota está dirigido al mismo mercado, así como el Renault Twizy, que parece un carrito de golf inflado.
En 2015, los autos pasaron a ser los mayores consumidores de baterías de iones de litio. En consecuencia, “las baterías se están volviendo entre 4% y 8% más baratas cada año, y ese efecto compuesto durante los últimos cinco años ha tenido un impacto enorme” sobre la industria de vehículos eléctricos, dice Ryan Popple, presidente ejecutivo del fabricante de autobuses eléctricos Proterra. En 2016, la compañía vendió más de 200 ómnibus a ciudades situadas a lo largo de EE.UU.
Las mismas fuerzas del mercado han hecho que los materiales compuestos —antes un lujo exótico que podían pagar sólo los fabricantes de aviones y turbinas eólicas— sean más accesibles ahora para, prácticamente, cualquier fabricante de vehículos eléctricos. Para que estos vehículos tengan una buena autonomía y aceleración, aligerarlos es tan importante como añadir más baterías. La fibra de carbono es tan vital para la patineta Swagtron como para el auto deportivo eléctrico i8 de BMW, que cuesta u$s 140.000, o para los ómnibus de Proterra.
Muchos vehículos eléctricos nuevos están diseñados con la autonomía en mente. Los ómnibus de Proterra pueden acoplarse de forma automática a estaciones de recarga. Danny Shapiro, director sénior de la división automotriz del fabricante de chips Nvidia, dice que los buses de enlace y medios de transporte similares serán probablemente los primeros vehículos totalmente autónomos, puesto que operan bajo un rango limitado de condiciones, en rutas previsibles y a menudo en propiedades privadas. Los vehículos de Arcimoto tendrán “capacidad autónoma desde el primer día”, afirma su presidente, Mark Frohnmayer, cuya visión a largo plazo es proveer vehículos de conducción autónoma para flotas de autos que complementen el transporte público masivo.
A medida que Uber, Lyft y sus rivales internacionales avanzan hacia su meta de ofrecer servicios de taxi totalmente autónomos —lo que para muchos representaría el fin de la propiedad privada de los autos— los vehículos eléctricos asumen un papel protagónico por una serie de razones. En primer lugar, hay un ahorro de costos de combustible, conforme los autos eléctricos se acercan a una paridad con los vehículos convencionales. Segundo, los vehículos eléctricos son más fáciles de recargar de forma segura y automática. Y tercero, las automotrices simplemente no están interesadas en desarrollar su tecnología de próxima generación a partir del motor de combustión interna, una plataforma que tiene sus días contados en la propulsión de vehículos ligeros.
Por ahora, los fabricantes de vehículos eléctricos están asumiendo un enorme riesgo, con un enfoque de construir y esperar que sean adoptados. En 10 años, sin embargo, la noción de que un auto tenga que ser una bestia de 1.500 kilos que devore gasolina parecerá tan anticuada como la idea de que una ciclovía es sólo para bicicletas impulsadas por humanos. Lo que está en el medio son dos obstáculos igualmente difíciles: cambiar la mentalidad de los consumidores y renovar la infraestructura de transporte. Debido a esto, la revolución de los vehículos eléctricos podría tener un mayor impacto fuera de EE.UU. Frohnmayer, de Arcimoto, cree que EE.UU. será uno de los mercados más difíciles para la empresa. China, India e incluso Europa tienen ciudades más densas, menores tasas de propiedad de autos, peores problemas de polución y una necesidad general de más medios de transporte pequeños, ligeros y libres de emisiones contaminantes, a un costo total más bajo que poseer un auto típico.
Desafortunadamente, pese a que el sistema de transporte resultante promete ser más ecológico, eficiente e incluso, divertido, probablemente no habrá menos tráfico. “Casi que no puedo aguantar la risa cuando la gente dice que los vehículos autónomos eliminarán el tráfico”, señala Popple, de Proterra?.
Marzo 2017
The Wall Street Journal, por Cristopher Mims, enero 18, 2017
Si digo “vehículo eléctrico personal”, probablemente pensará en una patineta Segway y no en una “revolución del transporte global”. Sin embargo, en los últimos años, con la convergencia de una mejor tecnología en materia de baterías, de materiales más livianos y pequeños, y de motores eléctricos más potentes, han surgido tipos de transporte completamente nuevos. El sistema de propulsión eléctrico, a diferencia del motor de combustión interna, tiene una gran capacidad de escala, con potencia para impulsar desde una patineta de 5 kilos hasta un bus de 20 toneladas.
Esta explosión de nuevos vehículos posibilita dos revoluciones: la tecnología de la conducción autónoma, y la transición desde la propiedad de vehículos hacia el transporte como un servicio. Juntas, estas dos fuerzas tienen el potencial de transformar el estilo de vida de la gente, tanto como lo hizo el Model T de Ford Motor Co. un siglo atrás. A medida que la conveniencia y la seguridad de los servicios de taxi autónomos atraigan cada vez en la población, la naturaleza de la optimización de la red lleva a que probablemente tenga sentido -para Uber, Lyft y otras empresas similares- atender a nuestras necesidades mediante diferentes tipos de vehículos, desde unipersonales hasta un bus para ir a una fiesta. También podría significar que su garaje servirá no sólo para guardar el auto.
Esta ha sido la promesa de los vehículos eléctricos, desde el EV1 de General Motors o el modelo eléctrico RAV4, original de Toyota Motor. Puede que la transformación no suceda tampoco esta vez, ya que aún existen enormes problemas por resolver, tanto en cuestiones de infraestructura como en la tecnología de las baterías. No obstante, los fabricantes de vehículos eléctricos ya están superando grandes obstáculos. Entre otras cosas, la rápida expansión del mercado ha generado una mayor demanda de partes, lo que a su vez las ha abaratado y vuelto más accesibles, de forma similar a lo que ocurrió con los teléfonos móviles.
Esas tendencias quedaron en evidencia en la Feria de Electrónica de Consumo, de Las Vegas, de este año. La avalancha de vehículos personales incluía modelos más ligeros y potentes. Estos, como las patinetas, constituyen lo que los planificadores urbanos denominan transporte del “último kilómetro”; pueden llevarse en medios de transporte masivo y son particularmente útiles para distancias cortas en ciudades densas. Con la combinación de motores avanzados, velocidades de hasta 30 kilómetros por hora y facilidad de uso incluso para los principiantes, pueden eliminar los desafíos que presentaban sus predecesores manuales.
La movilidad, tanto como la diversión, es la razón por la que la patineta eléctrica Swagtron Swagger está hecha de fibra de carbono y pesa apenas 7,7 kilos, pero tiene una autonomía de 24 kilómetros y una velocidad máxima de 24 km/h, según un vocero de la empresa. Con un precio de u$s 400 (en Estados Unidos), cuesta lo mismo que una bicicleta decente y no le exigirá ni una gota de sudor.
También existen vehículos más grandes como el scooter eléctrico GenZe 2.0, de Mahindra Group, que tiene una batería extraíble y recargable, y el Gogoro Smartscooter, que puede acelerar de 0 a 50 km/h en 4,2 segundos y ofrece una velocidad máxima de 95 km/h. El Arcimoto SRK, un vehículo techado de tres ruedas, saldrá al mercado en los próximos meses a un precio de u$s 11.900 y buscará atraer a los que necesitan un segundo auto. El prototipo i-Road de Toyota está dirigido al mismo mercado, así como el Renault Twizy, que parece un carrito de golf inflado.
En 2015, los autos pasaron a ser los mayores consumidores de baterías de iones de litio. En consecuencia, “las baterías se están volviendo entre 4% y 8% más baratas cada año, y ese efecto compuesto durante los últimos cinco años ha tenido un impacto enorme” sobre la industria de vehículos eléctricos, dice Ryan Popple, presidente ejecutivo del fabricante de autobuses eléctricos Proterra. En 2016, la compañía vendió más de 200 ómnibus a ciudades situadas a lo largo de EE.UU.
Las mismas fuerzas del mercado han hecho que los materiales compuestos —antes un lujo exótico que podían pagar sólo los fabricantes de aviones y turbinas eólicas— sean más accesibles ahora para, prácticamente, cualquier fabricante de vehículos eléctricos. Para que estos vehículos tengan una buena autonomía y aceleración, aligerarlos es tan importante como añadir más baterías. La fibra de carbono es tan vital para la patineta Swagtron como para el auto deportivo eléctrico i8 de BMW, que cuesta u$s 140.000, o para los ómnibus de Proterra.
Muchos vehículos eléctricos nuevos están diseñados con la autonomía en mente. Los ómnibus de Proterra pueden acoplarse de forma automática a estaciones de recarga. Danny Shapiro, director sénior de la división automotriz del fabricante de chips Nvidia, dice que los buses de enlace y medios de transporte similares serán probablemente los primeros vehículos totalmente autónomos, puesto que operan bajo un rango limitado de condiciones, en rutas previsibles y a menudo en propiedades privadas. Los vehículos de Arcimoto tendrán “capacidad autónoma desde el primer día”, afirma su presidente, Mark Frohnmayer, cuya visión a largo plazo es proveer vehículos de conducción autónoma para flotas de autos que complementen el transporte público masivo.
A medida que Uber, Lyft y sus rivales internacionales avanzan hacia su meta de ofrecer servicios de taxi totalmente autónomos —lo que para muchos representaría el fin de la propiedad privada de los autos— los vehículos eléctricos asumen un papel protagónico por una serie de razones. En primer lugar, hay un ahorro de costos de combustible, conforme los autos eléctricos se acercan a una paridad con los vehículos convencionales. Segundo, los vehículos eléctricos son más fáciles de recargar de forma segura y automática. Y tercero, las automotrices simplemente no están interesadas en desarrollar su tecnología de próxima generación a partir del motor de combustión interna, una plataforma que tiene sus días contados en la propulsión de vehículos ligeros.
Por ahora, los fabricantes de vehículos eléctricos están asumiendo un enorme riesgo, con un enfoque de construir y esperar que sean adoptados. En 10 años, sin embargo, la noción de que un auto tenga que ser una bestia de 1.500 kilos que devore gasolina parecerá tan anticuada como la idea de que una ciclovía es sólo para bicicletas impulsadas por humanos. Lo que está en el medio son dos obstáculos igualmente difíciles: cambiar la mentalidad de los consumidores y renovar la infraestructura de transporte. Debido a esto, la revolución de los vehículos eléctricos podría tener un mayor impacto fuera de EE.UU. Frohnmayer, de Arcimoto, cree que EE.UU. será uno de los mercados más difíciles para la empresa. China, India e incluso Europa tienen ciudades más densas, menores tasas de propiedad de autos, peores problemas de polución y una necesidad general de más medios de transporte pequeños, ligeros y libres de emisiones contaminantes, a un costo total más bajo que poseer un auto típico.
Desafortunadamente, pese a que el sistema de transporte resultante promete ser más ecológico, eficiente e incluso, divertido, probablemente no habrá menos tráfico. “Casi que no puedo aguantar la risa cuando la gente dice que los vehículos autónomos eliminarán el tráfico”, señala Popple, de Proterra?.
Marzo 2017