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UN FUTURO DE PLÁSTICO
Reseado el 22/09/15 por prospectiva
La ruta (sostenible) hacia el futuro es de plástico
Rotterdam apoya la innovación urbana a orillas del puerto más grande de Europa
Isabel Ferrer Rotterdam EL PAÍS,España 17 SEP 2015 -
A pesar de contar con el primer puerto europeo, la historia contemporánea de Rotterdam ha estado marcada por cierto complejo de segundona, a remolque de la capital, Ámsterdam. Sin embargo, tras dos décadas de profunda transformación urbana, empieza a destacar como laboratorio donde los experimentos en busca de una ciudad sostenible se ponen en práctica con ayuda pública y privada. Una renovación que pasa por aprovechar el agua, su mayor baza, y transformar en islas o carreteras los residuos plásticos que arrastra. La ciudad es la última parada del río Mosa antes de entrar en el Mar del Norte, y los nuevos proyectos amplían el concepto clásico de reciclaje. El plástico, convenientemente tratado, vertebra la ruta hacia el futuro que se ha propuesto trazar la Ciudad Europea del Año 2015, así elegida por la ONG británica Academia Internacional de Urbanismo.
Las cifras del plástico son abrumadoras. Al año, se producen en el mundo unos 230 millones de toneladas en sus distintas modalidades. El cálculo es de 2009 y ha sido efectuado por la Fundación Mar del Norte (creada en Holanda en 1978 por varias organizaciones medioambientales). El 75% de las basuras acumuladas en el entorno corresponden al plástico —en el océano llegan al 80%— pero antes han debido pasar por los ríos. El Mosa, que nace en Francia, atraviesa Bélgica y tiene su desembocadura en Rotterdam, arroja al mar unas 15.000 piezas plásticas por hora. Desde botellas y tapones, a bolígrafos, bolsas o sandalias. Teniendo en cuenta que no solo contaminan, sino que pueden matar a los animales (indigeribles, no notan la sensación de hambre y perecen), los nuevos planes de transformación urbana pretenden convertirlo en bienes tangibles. Como el Parque Reciclado construido con los desechos acumulados en el agua.
Una vez extraídos, son analizados en la Universidad holandesa de Wageningen, especialista en recursos naturales, agricultura y medio ambiente, para elegir los más adecuados como material de construcción. Esta fase no será difícil, porque el 98% de los residuos flotan en la superficie o a un metro de la misma. Reunidos por los denominados Pescadores de Plástico, esta especie de pinza manejada a ras de agua, los separa y tritura expulsando la materia orgánica. Obtenida la mezcla más adecuada en el laboratorio universitario, se fabrican unas losetas hexagonales con las cuales montar una plataforma flotante de doble uso y distintas alturas. Por arriba, habrá árboles y vegetación que permita anidar a los pájaros. Por debajo, serán rugosas e irregulares para que los peces depositen sus huevos y haya mejillones y plantas acuáticas. Repartidas por el puerto, pueden acabar convirtiéndose en islas habitables fáciles de trasladar.
Los trabajos de producción darán comienzo dentro de dos meses y Ramón Knoester, arquitecto fundador del estudio WHIM y padre de la idea, sostiene que Bélgica (con el Escalda) y Londres (con el Támesis) han mostrado ya interés. “En Londres también recuperan las basuras del río. Hay hasta 10.000 voluntarios, pero luego las depositan en tierra y forman colinas de basura cubiertas de hierba. Lo nuestro trata de aprovechar el poder del plástico y proteger la naturaleza”, asegura, en el pabellón flotante plantado en una esquina del puerto desde hace cinco años.
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