Impresión 4D y La Edad de la Magia
Reseado el 06/03/15 por prospectiva
Por Andrei Vazhnov
Instituto Baikal
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Últimamente en los medios se habla mucho sobre la potencial de las tecnologías de la impresión 3D: Desde imprimir prótesis y casas hasta imprimir drones y órganos para trasplantes, las posibilidades de estas tecnologías parecen cada vez más grandes. Y si bien muchos de estos desarrollos están todavía en etapas experimentales y muy incipientes, nadie duda de que algún día en las próximas décadas la impresión 3D tendrá impactos enormes en economía, geopolítica, cultura y otros ámbitos. A estas alturas, puede parecer muy poco lógico preguntar “¿Por qué necesitamos impresoras 3D?”
Sin embargo, ¿por qué las necesitamos? ¿Por qué no podemos simplemente pedirle a la madera que se ensamble en una mesa o a los ladrillos que se arreglen en un edificio? ¿Por qué siempre necesitamos fábricas, herramientas, máquinas o impresoras 3D para transformar la materia prima en productos que queremos tener? ¿Por qué la materia prima no se transforma sola?
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Últimamente en los medios se habla mucho sobre la potencial de las tecnologías de la impresión 3D: Desde imprimir prótesis y casas hasta imprimir drones y órganos para trasplantes, las posibilidades de estas tecnologías parecen cada vez más grandes. Y si bien muchos de estos desarrollos están todavía en etapas experimentales y muy incipientes, nadie duda de que algún día en las próximas décadas la impresión 3D tendrá impactos enormes en economía, geopolítica, cultura y otros ámbitos. A estas alturas, puede parecer muy poco lógico preguntar “¿Por qué necesitamos impresoras 3D?”
Sin embargo, ¿por qué las necesitamos? ¿Por qué no podemos simplemente pedirle a la madera que se ensamble en una mesa o a los ladrillos que se arreglen en un edificio? ¿Por qué siempre necesitamos fábricas, herramientas, máquinas o impresoras 3D para transformar la materia prima en productos que queremos tener? ¿Por qué la materia prima no se transforma sola?
En 1960, Richard Feynman, uno de los físicos más importantes del siglo 20, se preguntó: ¿Qué pasaría si pudiéramos controlar la materia, pero no en pedazos de trillones de átomos, como hacemos hoy, sino a nivel molecular? ¿A dónde podríamos llegar? ¿Qué tan útil sería hacerlo?
Feynman se dio cuenta que al poder manejar la materia al nivel molecular se nos abrirían las posibilidades que hoy sólo podemos llamar mágicas. Por ejemplo, los cirujanos hoy en día operan a los pacientes con instrumentos que son diseñados para sus manos. Es algo increíblemente traumático para el cuerpo y, aun en intervenciones perfectas, el paciente requiere semanas y meses de recuperación. Imagínense, dice Feynman, si pudiéramos construir un robot cirujano tan pequeño que pueda entrar adentro de un vaso de sangre, viajar hasta el corazón y arreglar una válvula rota. O pequeños cirujanos y médicos que vivan permanentemente en el cuerpo, continuamente midiendo todos los factores claves de salud, detectando y arreglando fallas sin que nosotros ni siquiera nos demos cuenta.
Pero el poder construir en la escala molecular es algo que va mucho más allá de crear los pequeños ángeles que vigilan tu salud. Para realmente entender lo que viviremos algún día dentro este siglo 21, piensen en que todo en la vida son configuraciones de átomos. Eric Drexler, un ingeniero en MIT que fue inspirado por la visión de Richard Feynman lo explica de esta manera:
“Carbón y diamantes, arena y los chips de las computadoras, cáncer y tejidos saludables: a lo largo de la historia, las variaciones en los patrones de los átomos distinguían lo barato de lo valioso, lo enfermo de lo saludable. Arreglados de una manera, los átomos nos dan aire, tierra y agua; arreglados de otra manera, nos dan frutillas. Arreglados de una manera, los átomos son casas y aire fresco; arreglados de otra manera son ceniza y humo.
Estamos orgullosos de nuestra tecnología, de las drogas que nos salvan la vida y de las computadoras en nuestros escritorios. Sin embargo, nuestras naves espaciales aun son primitivas, nuestras computadoras son estúpidas y las moléculas en nuestros tejidos y órganos aun caen en desorden, primero quitándonos nuestra salud, después nuestras vidas.
A pesar de todos los avances en nuestra habilidad de arreglar átomos, todavía estamos usando métodos primitivos. Con nuestra tecnología actual, aun manejamos los átomos en grupos de multitudes rebeldes.”
Feynman se dio cuenta que al poder manejar la materia al nivel molecular se nos abrirían las posibilidades que hoy sólo podemos llamar mágicas. Por ejemplo, los cirujanos hoy en día operan a los pacientes con instrumentos que son diseñados para sus manos. Es algo increíblemente traumático para el cuerpo y, aun en intervenciones perfectas, el paciente requiere semanas y meses de recuperación. Imagínense, dice Feynman, si pudiéramos construir un robot cirujano tan pequeño que pueda entrar adentro de un vaso de sangre, viajar hasta el corazón y arreglar una válvula rota. O pequeños cirujanos y médicos que vivan permanentemente en el cuerpo, continuamente midiendo todos los factores claves de salud, detectando y arreglando fallas sin que nosotros ni siquiera nos demos cuenta.
Pero el poder construir en la escala molecular es algo que va mucho más allá de crear los pequeños ángeles que vigilan tu salud. Para realmente entender lo que viviremos algún día dentro este siglo 21, piensen en que todo en la vida son configuraciones de átomos. Eric Drexler, un ingeniero en MIT que fue inspirado por la visión de Richard Feynman lo explica de esta manera:
“Carbón y diamantes, arena y los chips de las computadoras, cáncer y tejidos saludables: a lo largo de la historia, las variaciones en los patrones de los átomos distinguían lo barato de lo valioso, lo enfermo de lo saludable. Arreglados de una manera, los átomos nos dan aire, tierra y agua; arreglados de otra manera, nos dan frutillas. Arreglados de una manera, los átomos son casas y aire fresco; arreglados de otra manera son ceniza y humo.
Estamos orgullosos de nuestra tecnología, de las drogas que nos salvan la vida y de las computadoras en nuestros escritorios. Sin embargo, nuestras naves espaciales aun son primitivas, nuestras computadoras son estúpidas y las moléculas en nuestros tejidos y órganos aun caen en desorden, primero quitándonos nuestra salud, después nuestras vidas.
A pesar de todos los avances en nuestra habilidad de arreglar átomos, todavía estamos usando métodos primitivos. Con nuestra tecnología actual, aun manejamos los átomos en grupos de multitudes rebeldes.”