Posible retroceso de la energÃa nuclear
Reseñado el 29/04/11 por prospectiva
Alieto Aldo Guadagni
Para LA NACION
Miércoles 06 de abril de 2011
Para LA NACION
Miércoles 06 de abril de 2011
La nucleoelectricidad comenzó a extenderse como fuente de suministro energético a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, constituyéndose rápidamente en un ejemplo de la utilización "pacÃfica" de los grandes avances en los conocimientos de la actividad atómica. Pero, en 1979, la confianza pública sobre la seguridad de esta nueva fuente energética sufrió un duro golpe por el accidente en la central nuclear de Three Mile Island (Estados Unidos); menos de una década después, se registró en Ucrania, en 1986, otro accidente aún más grave, el de Chernobyl.
La respuesta de los gobiernos fue rápida y en muchas naciones europeas y también en Estados Unidos se establecieron normas de seguridad más estrictas o directamente se decretaron moratorias nucleares (Italia y Suecia). Esos accidentes fueron quedando atrás y, desde hace más de una década, el mundo vive una era de pujante "renacimiento nuclear", estimulada por los mayores precios de los hidrocarburos y por la creciente lejanÃa de Chernobyl en la memoria colectiva. Lideraron este renacimiento Estados Unidos, Francia y Japón: la mitad de los 450 reactores nucleares hoy existentes en el mundo están en alguno de estos tres paÃses. Este renacimiento nuclear significó no sólo más centrales, sino también avances tecnológicos y mejores normas para minimizar los riesgos de accidentes. Más del 70% de la energÃa eléctrica en Francia es de origen nuclear; en Japón, casi la tercera parte; y en Estados Unidos, el 20%. Se trata de cifras altas en estos paÃses si se tiene en cuenta que la electricidad generada por vÃa nuclear representa apenas el 15% del total mundial.
Antes del reciente accidente de la planta Fukushima existÃan iniciativas para construir 60 plantas nuevas, 40 de ellas en Asia y diez en Rusia. China tenÃa una meta ambiciosa, ya que añadirÃan 27 plantas nuevas a las 13 allà existentes. En América latina, el desarrollo nuclear es aún modesto: tres plantas en Brasil, tres en México y dos en la Argentina (en los próximos meses se habilitará una tercera, denominada Atucha 2). Si bien la Argentina tiene una larga tradición nuclear de más de medio siglo, la generación nucleoeléctrica es reducida: 7% del total de energÃa eléctrica, mientras la hidroelectricidad satisface casi el 40% del consumo total, y los combustibles fósiles, más de la mitad.
La evaluación final del reciente accidente en la central Fukushima no ha concluido aún, pero es previsible anticipar que, por el peso de la opinión pública, se establezcan normas más rigurosas y se reduzca, por lo menos en el futuro inmediato, el actual ritmo de expansión de la energÃa nuclear.
No todos los paÃses afrontarán este nuevo escenario de la misma manera. Rusia podrá recurrir a su abundante gas, Estados Unidos tiene carbón y ahora también mucho más gas; China posee grandes reservas de carbón. Pero grandes consumidores como Europa y Japón no poseen recursos fósiles, y es razonable pensar que en el futuro crecerán sus costos por importar energÃa.
Lo mismo ocurrirá en nuestro paÃs, donde por vez primera en toda su historia cae sin pausa, mes tras mes, la producción de hidrocarburos, debido a que la exploración cayó hoy a la tercera parte de su nivel histórico. Los mayores precios previsibles para las energÃas de origen fósil tenderán asà a estimular, vÃa mayor competitividad relativa, diversas formas de energÃa renovable, pero no parece que el balance neto vaya a ser el necesario para controlar eficazmente la grave amenaza del cambio climático.
La importante cuestión por definir es si el previsible aunque temporario retroceso nuclear -que, recordemos, es una energÃa limpia en términos de emisiones de dióxido de carbono (CO2)- será cubierto por otras energÃas limpias o por más consumo de carbón, petróleo y gas, que son fósiles contaminantes. Mientras las energÃas fósiles sigan como hasta ahora, sin incorporar como costo financiero adicional la contaminación que generan, será difÃcil que sean desplazadas por las energÃas limpias, que en general tienen costos financieros mayores, pero no contaminan. Es oportuno recordar que el gobierno nacional está construyendo, en RÃo Turbio, una costosa central eléctrica altamente contaminante con una inversión que es el doble de la normal en centrales similares. Como señala Greenpeace, "se podrÃa obtener el doble de la energÃa eléctrica mediante molinos eólicos con la misma inversión que requiere la usina de RÃo Turbio".
El Departamento de EnergÃa de Estados Unidos estimó recientemente que si seguimos como hasta ahora, sin compromisos mundiales y efectivos de reducción de la contaminación global, las actuales emisiones anuales de CO2, de alrededor de 30.000 millones de toneladas, treparán a 43.000 millones hacia el año 2035. Estas emisiones anuales, lamentablemente, serÃan muy superiores al nivel máximo de emisiones coincidente con un incremento de la temperatura global que no supere los 2 grados centÃgrados. Por su parte, la Agencia Internacional de EnergÃa informa que para preservar el planeta de los riesgos climáticos asociados con estas emisiones, éstas no deberÃan superar anualmente los 22.000 millones de toneladas.
En este escenario, lÃmite crÃtico a la concentración de gases en la atmósfera, y diseñado previamente a este grave accidente en la central de Fukushima, la energÃa nuclear jugaba un importante papel, ya que, según las estimaciones, se esperaba que duplicara hacia 2035 su importancia relativa en el consumo de energÃa mundial, junto con un crecimiento de las renovables y una caÃda de las fósiles.
Todas estas estimaciones deberán ahora probablemente ser revisadas, pero esperemos que la previsible pausa nuclear no signifique agravar el cambio climático. Lo más sensato serÃa sustituir la merma previsible en la energÃa nuclear no sólo con energÃas limpias, sino, principalmente, con una mayor conservación y eficiencia en el consumo de todas las formas de energÃa; aquà hay aún mucho por hacer.
© La Nacion
http://www.lanacion.com.ar/1363188-posible-retroceso-de-la-energia-nuclear
La respuesta de los gobiernos fue rápida y en muchas naciones europeas y también en Estados Unidos se establecieron normas de seguridad más estrictas o directamente se decretaron moratorias nucleares (Italia y Suecia). Esos accidentes fueron quedando atrás y, desde hace más de una década, el mundo vive una era de pujante "renacimiento nuclear", estimulada por los mayores precios de los hidrocarburos y por la creciente lejanÃa de Chernobyl en la memoria colectiva. Lideraron este renacimiento Estados Unidos, Francia y Japón: la mitad de los 450 reactores nucleares hoy existentes en el mundo están en alguno de estos tres paÃses. Este renacimiento nuclear significó no sólo más centrales, sino también avances tecnológicos y mejores normas para minimizar los riesgos de accidentes. Más del 70% de la energÃa eléctrica en Francia es de origen nuclear; en Japón, casi la tercera parte; y en Estados Unidos, el 20%. Se trata de cifras altas en estos paÃses si se tiene en cuenta que la electricidad generada por vÃa nuclear representa apenas el 15% del total mundial.
Antes del reciente accidente de la planta Fukushima existÃan iniciativas para construir 60 plantas nuevas, 40 de ellas en Asia y diez en Rusia. China tenÃa una meta ambiciosa, ya que añadirÃan 27 plantas nuevas a las 13 allà existentes. En América latina, el desarrollo nuclear es aún modesto: tres plantas en Brasil, tres en México y dos en la Argentina (en los próximos meses se habilitará una tercera, denominada Atucha 2). Si bien la Argentina tiene una larga tradición nuclear de más de medio siglo, la generación nucleoeléctrica es reducida: 7% del total de energÃa eléctrica, mientras la hidroelectricidad satisface casi el 40% del consumo total, y los combustibles fósiles, más de la mitad.
La evaluación final del reciente accidente en la central Fukushima no ha concluido aún, pero es previsible anticipar que, por el peso de la opinión pública, se establezcan normas más rigurosas y se reduzca, por lo menos en el futuro inmediato, el actual ritmo de expansión de la energÃa nuclear.
No todos los paÃses afrontarán este nuevo escenario de la misma manera. Rusia podrá recurrir a su abundante gas, Estados Unidos tiene carbón y ahora también mucho más gas; China posee grandes reservas de carbón. Pero grandes consumidores como Europa y Japón no poseen recursos fósiles, y es razonable pensar que en el futuro crecerán sus costos por importar energÃa.
Lo mismo ocurrirá en nuestro paÃs, donde por vez primera en toda su historia cae sin pausa, mes tras mes, la producción de hidrocarburos, debido a que la exploración cayó hoy a la tercera parte de su nivel histórico. Los mayores precios previsibles para las energÃas de origen fósil tenderán asà a estimular, vÃa mayor competitividad relativa, diversas formas de energÃa renovable, pero no parece que el balance neto vaya a ser el necesario para controlar eficazmente la grave amenaza del cambio climático.
La importante cuestión por definir es si el previsible aunque temporario retroceso nuclear -que, recordemos, es una energÃa limpia en términos de emisiones de dióxido de carbono (CO2)- será cubierto por otras energÃas limpias o por más consumo de carbón, petróleo y gas, que son fósiles contaminantes. Mientras las energÃas fósiles sigan como hasta ahora, sin incorporar como costo financiero adicional la contaminación que generan, será difÃcil que sean desplazadas por las energÃas limpias, que en general tienen costos financieros mayores, pero no contaminan. Es oportuno recordar que el gobierno nacional está construyendo, en RÃo Turbio, una costosa central eléctrica altamente contaminante con una inversión que es el doble de la normal en centrales similares. Como señala Greenpeace, "se podrÃa obtener el doble de la energÃa eléctrica mediante molinos eólicos con la misma inversión que requiere la usina de RÃo Turbio".
El Departamento de EnergÃa de Estados Unidos estimó recientemente que si seguimos como hasta ahora, sin compromisos mundiales y efectivos de reducción de la contaminación global, las actuales emisiones anuales de CO2, de alrededor de 30.000 millones de toneladas, treparán a 43.000 millones hacia el año 2035. Estas emisiones anuales, lamentablemente, serÃan muy superiores al nivel máximo de emisiones coincidente con un incremento de la temperatura global que no supere los 2 grados centÃgrados. Por su parte, la Agencia Internacional de EnergÃa informa que para preservar el planeta de los riesgos climáticos asociados con estas emisiones, éstas no deberÃan superar anualmente los 22.000 millones de toneladas.
En este escenario, lÃmite crÃtico a la concentración de gases en la atmósfera, y diseñado previamente a este grave accidente en la central de Fukushima, la energÃa nuclear jugaba un importante papel, ya que, según las estimaciones, se esperaba que duplicara hacia 2035 su importancia relativa en el consumo de energÃa mundial, junto con un crecimiento de las renovables y una caÃda de las fósiles.
Todas estas estimaciones deberán ahora probablemente ser revisadas, pero esperemos que la previsible pausa nuclear no signifique agravar el cambio climático. Lo más sensato serÃa sustituir la merma previsible en la energÃa nuclear no sólo con energÃas limpias, sino, principalmente, con una mayor conservación y eficiencia en el consumo de todas las formas de energÃa; aquà hay aún mucho por hacer.
© La Nacion
http://www.lanacion.com.ar/1363188-posible-retroceso-de-la-energia-nuclear