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En los microscopios se gesta la nueva revolución verde
Reseñado el 12/05/10 por prospectiva
Cosechadoras que repelen el barro y las malezas o sensores para detectar el nivel de fertilización son algunos de los avances que llevará la nanotecnología al campo
No falta mucho para que los productos de la nanotecnología lleguen al mercado Foto:

Llegará el día en que el glifosato dejará de ser un punto de conflicto entre grupos ambientalistas y productores agropecuarios. El chacarero llevará en su bolsillo un sensor para detectar el nivel de fertilización del suelo al instante, sin necesidad de enviar una muestra a un laboratorio. Las cosechadoras tendrán dientes que repelan la adhesión del barro y la maleza, y así no perderán potencia y su rendimiento será óptimo. Todos estos avances técnicos tendrán un denominador común: serán resultados de la aplicación de la nanotecnología a la producción agroindustrial.

La nanotecnología es una herramienta que revoluciona y trasciende todas las áreas de la ciencia, ya que permite trabajar, manipular y crear instrumentos, estructuras y modificar la materia a nivel molecular. Se llama nanotecnología porque la escala en la que se trabaja es la del nanómetro, que es la mil millonésima parte de un metro.

"El planeta Tierra es a una pelotita de golf lo que un nanómetro es al metro", explicó Daniel Luppi, presidente de la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN), para hacer más amigable la comprensión de esta escala. "Esta tecnología estará inmersa en la mejora de productos y procesos. Va a poder modificar materiales. Cada vez que uno diga: «Sería bueno que un material tuviera determinada propiedad que naturalmente no posee», la nanotecnología podría llegar a conseguirlo", se entusiasmó Luppi.

Es así como también "se pueden utilizar materiales provistos por la naturaleza para replicar las estructuras moleculares que les dan determinadas características y aplicarlas a otros objetos", explicó Norma Pensel, directora nacional de Investigación y Desarrollo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. Desde esta institución trabajan en asociación con la FAN, para que los avances científicos tengan una aplicación que resuelva las necesidades de la producción agropecuaria.

Por ejemplo, en la naturaleza hay plantas que tienen superficies que repelen el agua, el polvo y la suciedad en general. Según explicaron Pensel y Luppi, con la nanotecnología se puede copiar esa estructura molecular y replicarla para modificar las propiedades de una pintura. "Con ella se podrían pintar los dientes de una cosechadora y conseguir que repela el barro y evitar que se le adhiera maleza", dijo Luppi. "Así su rendimiento sería mucho mayor."

Microsensores

En la aplicación de la nanotecnología a la producción agropecuaria "lo más avanzado es la generación de los biosensores para el glifosato, que permiten hacer la estimación de la presencia de ese agroquímico en ambientes geográficos extensos", explicó Pensel.

Ricardo Sager, que asiste a Pensel en la coordinación de estos proyectos, agregó: "Los materiales con los que están hechos los sensores fueron construidos a escala nanométrica. Son nanotubos de carbono con una tecnología muy especial, que actúan como el soporte sobre el que se apoyan las reacciones que producen las muestras que se toman. Por sus propiedades nanométricas tienen determinada porosidad, sensibilidad. Si la escala fuera mayor, mayores serían las posibilidades de interferencia", explicó Sager. De esta forma el nanosensor contiene todos los requerimientos de un laboratorio para medir cualquier cosa.

Este avance permitirá "determinar con más precisión la cantidad de agroquímicos a tirar. Esto ayudará a reducir costos, satisfacer requerimientos de salud pública y medio ambiente y para ajustarse a los límites máximos de pesticidas de compradores que cada vez serán más exigentes", explicó a LA NACION Alex Fainstein, del Instituto Argentino Balseiro.

Los microsensores también se podrían diseñar para medir las micotoxinas que hay en los cultivos. Entonces se podría determinar en el campo si la cosecha se puede destinar al mercado externo (que siempre tiene exigencias mayores) o se deberá vender en el país.

Hoy, estos análisis se hacen en laboratorios ya que los equipos que se necesitan son muy costosos y sofisticados como para que los utilice cualquier persona. Por eso, estos microsensores que pueden llevarse en el bolsillo ayudan a disminuir los costos y la velocidad con la que se obtienen resultados. "La nanotecnología hace amigables a los sensores. Por su tamaño es más fácil que se masifique su uso. Lo mismo el costo", aclaró Sager.

Aunque estas proyecciones parezcan de ciencia ficción, ya están bastante avanzadas en la etapa de laboratorio. Que lleguen a estar disponibles a escala comercial dependerá del interés industrial por adquirir esta tecnología.

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